(Estrellas de Sagitario. – Créditos: ESA/Hubble & NASA.)
Mi padre – fanático de Ayrton Senna, piloto brasileño de Fórmula 1 que encantaba a todos en la tele de nuestra casa los domingos a la mañana en las décadas de 1980 y 1990 – hace unos meses me comentó: “Hija, ¿sabías que existe una estrella llamada Senna? ¡Incluso tengo un libro sobre ello!” (Para los curiosos e interesados, dejo la referencia del mencionado libro al fin de este texto.) ¿Cómo podría yo, hija y astrofísica, deshacer su alegría y contarle la verdad sobre los nombres de las estrellas? “Pá, la cosa no es exactamente así…” Fue lo que le pude contestar en el momento para no destruir la ilusión de tener a su ídolo en el cielo estrellado. Decidí, entonces, atender a su pedido y escribir sobre el tema.
Es cierto. Existen lugares (páginas-web, por ejemplo) donde es posible “bautizar” a una estrella – con una rápida y simple pregunta en páginas de búsqueda surgirán varias opciones. Confieso que el aire de romanticismo y la inspiración que el cielo nocturno nos propicia nos induce a todos a desear tener nuestro nombre allá arriba, o de alguien a quien tenemos mucho aprecio. Entonces, dar nombre a una estrella – y pagar por ello – suena como un lindo homenaje o una declaración irrefutable de afecto y amor. Incluso, ese hecho está representado como tal en varias películas hollywoodianas.
Sin embargo, para desilusión de muchos aviso: no podemos “comprar” ninguna estrella ni nombrarla oficialmente. Las estrellas no son “objetos” tampoco pueden ser consideradas como posesión de nadie para que sean negociadas ni regaladas. << Como el amor verdadero y muchas otras de las mejores cosas de la vida humana, la belleza del cielo nocturno no está en venta y es gratis para todos >>, según la Unión Astronómica Internacional, (IAU, de su acrónimo en inglés).
La IAU es una asociación científica, compuesta por astrónomos profesionales de diversos países y que regulan varios aspectos relacionados al estudio, la investigación y a la enseñanza de la Astronomía y la Astrofísica. Una de sus distintas comisiones está dedicada a los nombres de las estrellas, el WGSN (sigla en inglés para Grupo de Trabajo en Nombres Estelares), que cuida de la nomenclatura considerando varios aspectos, desde cuestiones históricas y culturales, a los inmensos catálogos generados por los distintos relevamientos astronómicos – o surveys, en inglés – de uso profesional.
Algunas estrellas – normalmente las más brillantes e identificables a simple vista – tienen nombres propios, que vienen de sus orígenes históricos en arábe, griego o latín, como por ejemplo Vega, Sirio, Antares, Betelgeuse, Aldebaran, entre muchas otras. Sin embargo, la gran mayoría de las estrellas tienen nombres alfanuméricos que vienen del survey que las ha identificado, por ejemplo, HD 209458, HR 7001, 2MASS J18365633+3847012.
Constelación de Orión sobre el Valle del Monumento. Betelgeuse es la estrella roja al centro de la imagen. (Créditos: Wally Pacholka, vía APOD)
La IAU – y, me atrevo afirmar, la gran mayoría, si no toda la comunidad astronómica profesional – no alienta la práctica de la venta de nombres ficticios a las estrellas. Pero, si aún consideras que vale la pena el costo (generalmente alto) por el gesto de demostración de profundo afecto y admiración (o por la razón que fuera) y por la ilusión e impacto que causa en la persona homenageada, hazlo de manera conciente, es decir, sabiendo que es un nombre no oficial y no reconocido por la comunidad científica.
De esta manera, la estrella llamada Senna, sigue recibiendo oficialmente el nombre de la misma forma: TYC 2942-1502-1 (RA: 06:53:55, Dec: +37:56:09), pertenece a la Constelación de Áuriga (el Cochero). Sin embargo, comprendo que imaginar que el ídolo tiene el nombre “escrito en las estrellas” puede alegrar el corazón de muchos de sus admiradores.
Constelación de Áuriga (el Cochero) y posición de la estrella TYC 2942-1502-1, representada en amarillo. (Créditos: Imagen generada por la autora por medio de la herramienta Stellarium.)
Nota: Vale mencionar que este texto no tiene la intención de juzgar ni atacar o condenar a aquellos que han pagado el bautizmo de una estrella, mucho menos de criticar el libro dedicado a la estrella Senna. Mi única intención es la de informar y concientizar sobre el tema y la validez de tal práctica ante la comunidad profesional de Astronomía.
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Fuentes (en inglés):
Naming stars: https://www.iau.org/public/themes/naming_stars/
Buying stars and star names: https://www.iau.org/public/themes/buying_star_names/
Libro (en Portugués): Uma estrela chamada Senna. Autor: MARTINS, Lemyr; año: 2000, editora: Panda Books.
Vale mencionar que IAU, de vez em quando e por expresso pedido de seus membros, presta homenagens batizando planetas menores (asteróides) com nomes de figuras públicas cuja trajetória é transcendente. Por exemplo, existe o Pavarotti (5203 Pavarotti) em homeganem ao cantante lírico italiano. Minha orientadora de Doutorado, a saudaciosa Virpi Niemelä, recebeu, pouco antes de falecer, a notícia de que um planeta menor descoberto por Carlos López desde o Observatório Astrofísico Féliz Aguilar (OAFA) leva o nome oficial de «5289 Niemela».